III
De lo que me pasó en el hostalucho
que antaño fue lupanar de bajo estanding,
algunos pronósticos del Oráculo de Google
y
un regalito del cabrero sabio
En el capítulo anterior, después de la rara conversación con el cabrero sabio de cabras escrutadoras, había caído dentro de las garras de la más oscura de las noches y, lo que es peor, había perdido el barco que me tenía que transportar desde la Isla del Oráculo de Google al Continente.
Así que, tras caminar a trompicones, vi en el horizonte unas lucecitas que anunciaban el pueblo. Y con mis huesos fui a dar a una especie de parador –o más bien hostalucho- que, según parece, antaño había sido prostíbulo de poca monta pero de mucho folleteo.
Menos mal que tenían una habitación vacía. Me alojé por una noche a la espera del primer barco que, por la mañana, me sacara de aquella isla llena de turistas con preguntas sin respuesta para humanos con problemas, sexuales la mayoría.
La habitación era asquerosa, con una asquerosidad antigua. Quiero decir que por más que la hubieran pintado y redecorado, se notaba, se olía, que allí había habido mucho trato carnal.
Lo que más asco daba era un pequeño lavabo, en el que seguramente se habían aseados sus países bajos clientes y meretrices de antaño. El televisor también se las traía. Sólo se podían ver tres canales. En uno había un mono cabrón que se empeñaba en molestar a todos los miembros de la manada. En otro, unos vaqueros de cine rancio hablando con unos indios cheroquis de falsete. Y en el otro una peli, entre erótica y pornofea, incapaz de excitar al humano más salido. Un autético asco, y omito describir la ropa de cama.
Me eché a dormir y en sueños tuve la visión de la Sacerdotisa diciéndome: “Mira a tu alrededor; busca en las palabras”. Tuve un sueño muy raro, como tienen que ser los buenos sueños.
Voy por una calle vacía. Sin más se llena de gente en cueros vivos pero con bolsillos para llevar sus objetos personales, móviles y demás aparatejos. Algunos hombres portan sombrero hongo y un miembro viril, empalmado, con lacitos de colores. Algunas mujeres, en vez de perrito llevan hombres con correa. Algunos hombres llevan mujeres a hombros, y viceversa. En las esquinas, se pueden ver perros fornicando con hembras humanas y machos humanos haciendo lo propio con ovejas con pestañas postizas. No hay coches. La gente, en todo caso, va a caballo o sobre gallinas gigantes. Por un momento me da por pensar que estoy viviendo dentro de un cuadro de El Bosco. De pronto, todos me miran. Una vieja, de pellejoso cuero, me grita: “No le da vergüenza. Va vestido”. La gente me abuchea. Comienzo a correr. Entro en una librería. No hay nadie. Tropiezo y comienzan a lloverme libros, papeles, postales.
Me despierto.
Al despertarme, me encontraba sudoroso, acojonado. A mi lado estaba mi cartera abierta, con mi ordenador portátil también abierto y un montón de papeles y postales navegando por la cama. Me zumbaban los oídos y escuchaba muy para dentro la voz de la Sacerdotisa de GooglePitón: “Busca y rebusca por cuatro veces, que alguna respuesta habrá”.
Con harto dolor de espaldas y de genitales, hice lo que la voz me sugería y hallé tres pronósticos y una postal de enrevesado erotismo, que al dorso tenía escrito: “Un recuerdo para ti de mis cabras escrutadoras. Firmado: El Pastor de lo Verde que te quiero Verde.
Decían los pronósticos:
Primer Pronóstico
Que en los tiempos actuales de la electrónica digital, y un poco antes, la palabra “pornografía” [término compuesto de porné (ramera, prostituta, puta) y grapho (yo describo)] se abrevió quedando en “porno”.
De tal manera que cuando se escribe o se dice, por citar los términos más empleados, “una película porno”, “director, actor, actriz, escritor o escritora porno”, “literatura o arte porno”, se está significado sin saberlo: “una peli puta”, “un director puta”, “una actriz puta”, “un arte puta”. Por tanto, el término es ofensivo, insultativo y autoinsultativo y, sobre todo, inexacto. Más exacto sería decir “actriz sex, director sex o artista sex”. Pero el mal está hecho y la palabra campa a sus anchas.
Segundo Pronóstico
Que entre las palabras más invocadas ante la Sibila del Algoritmo del Oráculo de Google, se encuentra el término “porno”, y casi veinte veces menos “pornografía /pornography”.
Tercer Pronóstico
Que los términos más invocados ante el Altar-Buscador Google son, por este orden Business y Love, peleando continuamente por el primer puesto; Men, Live y Work disputándose el tercero, Car, Sex y Money el cuarto, God, Heat y Eat el quinto; y Woman seguidamente. Poco a poco, se va aproximando Porno, por delante de Crisis.
Así puede establecerse para la humanidad cibernética actual la siguiente secuencia de intereses: Negocios, Amor, Hombre, Vida, Trabajo, Coche, Sexo, Dinero, Dios, Odio, Comida, Mujer, Porno, Crisis,…
Entretenido me hallaba con esto. Cuando alguien desaforadamente aporreó la puerta de mi habitación.
(Continuará)
Regalito de El Pastor de lo Verde que te quiero Verde
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