miércoles, 26 de enero de 2011

EMILIO PORTA: "El hombre como proyecto femenino: así son ellas". Una parte de la conferencia previa al debate que tuvo lugar el 17 de diciembre de 2010 en el Ateneo de Madrid.










Queridos visitantes de este blog:


     Como os prometí, aquí tenéis parte del texto que Emilio Porta leyó previamente al debate, bastante movido por cierto, el 17 de diciembre pasado. Espero que su lectura dé origen a la correspondiente lluvia e intercambio de ideas.

    Y para ver otras caras de la luna lunera, Juana Vázquez me pasará  para próxima página el texto básico de la defensa de su idea: Mujer, reina de lo privado, vasalla de lo público.





 

ATENEO DE MADRID
Agrupación de Retórica y Elocuencia

 Viernes 14 de diciembre de 2010 a las 20:00 horas
 Salón Ciudad de Úbeda (4ª Planta)  
Calle Prado, 21


Ciclo de debates Pan y Circo

                              Primera Sesión. Defensa de la idea:
                “El hombre como proyecto femenino: así son ellas” 

Por
Emilio  Porta

          Presenta: Aarón García Peña
                               Presidente de la  Agrupación de Retórica y Elocuencia 







































EL  HOMBRE  COMO  PROYECTO FEMENINO:
               ASÍ SON ELLAS

                                   (Una parte de la conferencia previa al debate)


   Es tan compleja la vida, tanto a nivel colectivo como individual, que tratar de establecer verdades – algo que ha perdido al Hombre a través de la Historia y aún hoy mismo – de forma paradigmática ha llevado a grandes tragedias.

   El seguimiento de cualquier ideología de forma absoluta, de cualquier idea convertida en ideología – ya saben ustedes, ya sabéis, el conocido dicho de que cuando las ideologías entran por la puerta las ideas salen por la ventana – ha llevado, y lleva, al desastre.

   Porque yo creo que todo es relativo: relativo en cuanto al tiempo vivido, al lugar, a los condicionamientos, a la propia experiencia personal y colectiva. Tendemos tanto a creer que nuestras propias percepciones son verdad que no nos damos cuenta de que todo lo que expresamos es una mera aproximación personal o de grupo a la única gran verdad: la incertidumbre y relatividad de todas las ideas. Dicho esto voy a hablar de mi percepción – apoyada en algunos descubrimientos científicos – sobre lo que parece que se deduce del título de esta introducción al debate.

   Detrás de todo sólo hay un postulado: la igualdad social pero la desigualdad biológica – que no superioridad o inferioridad – del hombre y la mujer, es decir de lo masculino y lo femenino no en cuánto a categorías sociales, sino en cuanto a diversidad.

   Porque esa diversidad es la vida misma. Cierto es también que la vida es, al mismo tiempo, fusión en la diversidad, y por ello ambos principios se contraponen pero, a la vez, se superponen y se potencian.

   Se que todos esperan que yo proclame la diferencia como elemento para atacar al otro género, pero no lo haré, y menos de forma pontifical. Y deseo aclara que yo me considero un ser humano que se corresponde con la polarización masculina pero que contiene también, desde mi punto de vista, elementos de intuición y sensibilidad, general y tópicamente también, atribuidos al elemento femenino…Pues bien…desde una perspectiva que trata de combinar conocimientos y experiencias la expongo.

   Mi perspectiva es la de la radical diferencia entre ambos géneros, pese a que sólo nos separa, al parecer, un cromosoma. Y algunas hormonas.

   De eso parto en el aquí y ahora. Y también de cómo la cultura ha creado una serie de componentes que se suman a la biología e incluso la varían y le añaden elementos que la propia biología “aprehende” y hace suyos.

   Desde la creación del lenguaje, de los códigos inteligentes de comunicación expresados por los distintos lenguajes, todo es CULTURA.





BIOLOGIA Y CULTURA ¿QUÉ PERTENECE A UNA  Y QUÉ A OTRA?

   Sé que para un debate la propuesta debe ser clara.
  No se trata de hacer una exposición lineal. Podría hacerla, pero no lo voy a hacer. Dado que creo en la mezcla y que el aparentemente “ordenado” pensamiento humano en realidad no lo es, sino un caos de impulsos que colocamos unas veces natural, y otras artificialmente, en distintas casillas de la propia persona o de la colectividad, la sociedad en la que nos movemos, no creo que importe mucho el orden de lo que decimos o manifestamos.

   Me ha pasado al escribir algunos libros, tanto de ensayo como de pensamiento, escuchar una voz interior que me pedía un determinado orden. Y sin embargo algo dentro de mi se rebela contra todo orden, sobre todo el interior. Todo lo que vivimos, soñamos, proyectamos o recordamos es continuo presente. Todo se superpone. Decía en una novela que publiqué hace un tiempo, Destinos y caballeros, que en la mente hay tantas calles como en la gran ciudad y que en nuestros itinerarios y paseos no recorremos las calles de esa ciudad empezando por un extremo y terminando por otro, sino que vamos de un lugar a otro de mezclando todo.

   Lo cierto es que hora es ya de abordar con determinación el tema principal de este debate, aunque, sin duda, ya lo hemos ido abordando desde el principio. Pero seamos más concretos y partamos de la propuesta enunciada. Y hagamos afirmaciones que son, en definitiva preguntas. Porque el error de la Humanidad ha sido siempre contestar que es el Hombre antes de preguntar qué es. De hecho la filosofía no es un arte de respuestas sino de preguntas y de aproximaciones a variadas respuestas. Y eso es la cultura también: realizaciones en todos los campos que permiten el progreso y la evolución de la vida, siempre a partir de la idea de mejorar el ser básico del individuo y la existencia colectiva.

   Así que enlacemos con la cuestión central: El hombre, con minúsculas, y como género, como proyecto femenino, una vez señalado que este tema es simplemente mi opinión.

   Este postulado tiene mucho que ver con la idea del amor. Existe en occidente y ha sido algo mantenido durante mucho tiempo – por tanto no es nuevo – en otras civilizaciones y geografías, la idea del amor no como algo total y unívoco, sino plural y diferenciado.

   Supongo que cuando los seguidores del mensaje cristiano-paulista hablan del Amor, no lo hacen en la línea que lo hace Henry Miller en Trópico de Cáncer, o como lo hacía la escritora Corín Tellado en sus ya míticas novelas de después de la posguerra española del 36.

   Si hay muchas formas de amor…pero el que aquí va a llevar a debate es el concepto de amor entre hombre/mujer, ese amor que, desde mi punto de vista, nos separa en su conceptualización, más que nos une.

   Porque es esa percepción del amor que, en mi opinión, para el hombre, es complementario ( estoy hablando de una opinión, insisto ) y para la mujer es prioritario, lo que nos diferencia. Y lo hace creando determinadas conductas que inciden en el llanto y la lágrima, la frustración y la impotencia. Sí, que sí, lo se – aquí están algunas de mis mejores amigas que no se si ante esta afirmación empezarán a afilar sus garras para destrozarme en el coloquio – ya se que no es lo mismo ahora que antes. Por supuesto. Pero algo queda. Eso pienso, algo queda.

   Y queda porque el proyecto femenino está abiertamente entroncado en el sexo, desde mi punto de vista, más que en el hombre. Me explico. Aparentemente, para el hombre, el sexo es lo más importante del mundo. Y lo es…como distracción, como parte del juego, pero no como esencia de la vida. Para la mujer sí. Porque en el sexo está la vida misma.

   Bueno, ya me he metido en un tema espinoso. ¿Y quien soy yo para decir esto? Pues realmente nadie…solo que me ha tocado abrir el debate. Y tengo que decir lo que pienso – y algunos ilustres ensayistas de los dos géneros comparten – que la mujer que, tradicionalmente es la que abre o no la puerta de su cuerpo a los invasores ávidos de poseerlo por imperativo del deseo, históricamente y aún ahora ha dado una importancia desmesurada al sexo y todo lo que conlleva. Cierto es que hay algo más importante, en este tema, que el propio sexo. Se trata del Poder. El poder – una veces económico y otras social – ha comprado, a lo largo de la historia, el cuerpo de la mujer. El Poder masculino – que yo rechazo con todas mis fuerzas – ha “comprado” no sólo sexo, sino también amor. Digamos que la falta de confianza y las propias circunstancias sociales de la mujer a lo largo de la historia han propiciado esta compra-venta que aún hoy se produce en amplios estrados de la población en todo el mundo ( y no me refiero a la prostitución, que también, sino sobre todo a las “transacciones sociales en nombre del amor”  en Occidente…y en nombre de otras cosas, entre ellas la tradición, en los países donde la religión – como ocurrió en occidente hace años – coloca a la mujer por detrás del hombre, algo que, aún hoy, ocurre también de forma minoritaria, pero ocurre en nuestra sociedad.

   Pero estamos hablando del aquí y ahora, o sea de Occidente. Llevar este debate a lo que ocurre en Arabia Saudí, por ejemplo, o incluso en amplias zonas del continente iberoamericano no es el caso, pues el debate adquiriría unas dimensiones que se escapan al ámbito y el marco en el que, en este momento, nos movemos.

   Aquí y ahora somos producto de nuestra historia, y, del mismo modo, seguimos siendo producto de nuestra biología. Y ésta cambiará también, no me cabe duda, con el paso de los siglos, pero, ahora, mantiene esa diferencia básica de percepción de las relaciones que ahora existe por parte de la mayoría de hombres y  mujeres. Eso no quita que hoy la juventud femenina esté más desinhibida y pueda ejercer sin problemas su libertad sexual, sobre todo después de unas copas y mucho son…Pero, a la hora de la verdad, se sigue buscando para compartir algo que yo, ahora mismo, también pongo en cuestión, al menos desde el modo tradicional de su entendimiento: la pareja.

   ¿La pareja? ¿Qué pareja? En el mundo animal al que pertenecemos, los mamíferos, la pareja – monogámica, que es como se entiende normalmente – no se produce en prácticamente ninguna especie…Ni siquiera en el 90 por ciento de los homínidos. Sólo algunas familias de gorilas mantienen algún rasgo monogámico, pero en cuanto a la cobertura familiar, a formas grupos unitarios familiares y a ello conlleva también el escaso número de individuos – están en peligro de extinción  y viven en reservas – en Kenya.  Pero tanto en el grupo, los homínidos, con el que compartimos más, como en otros como los leones, tigres, caballos, cérvidos, etc. la monogamia no existe…Y es el macho el que tiene – normalmente en lucha con otros machos – el derecho a tener relaciones con varias hembras. Esto es evidente y negar esto es negar a Darwin y a Linneo y negar la evidencia.

   Pero no nos precipitemos…pues aquí entra la cultura. La cultura como organizadora de la sociedad, como elemento necesario de organización y convivencia. Y la cultura que determina este elemento viene unida – queramos o no – a la religión, puesto que la religión, salvo ahora que hemos superado este estadio – ha dominado, históricamente, todas las formas de comportamiento. Las religiones del Libro, es decir las derivadas de la Biblia, que fue el gran compendio de reglas de conducta social del mundo judeo-islámico, ajustaban las relaciones “amorosas” a las posiciones sociales del hombre (poseedor ) mujer (pertenencia)…y el Cristianismo no que cambia ese concepto de dependencia cualitativa, pero si introduce un cambio cuantitativo. Se busca una mayor correspondencia e igualdad social: 50 por ciento de hombres en la Naturaleza, 50 por ciento de mujeres pues hagamos que el equilibrio se refleje en la sociedad….y dictemos normas, además, para que ese equilibrio no se rompa. Introduzcamos a Dios y su voluntad en algo que nada tiene que ver con él. Es decir hagamos que se impidan las relaciones múltiples y los abusos – que se corresponderían con el caos – e introduzcamos la monogamia ( eso sí, como la Historia de los últimos 20 siglos nos demuestra, con abundantes dispensas, es decir la misma de siempre, que los detentadores del Poder ( económico y social ) hagan de su capa un sayo. Porque establecer normas generales por parte del poder siempre tiene la misma consecuencia: su beneficio y la opresión de los otros.

   ¿Qué ocurre? Pues que dado el triste papel social de la mujer antes de el cristianismo esta idea de la pareja monogámica se hace fuerte porque, al menos, permite a la mujer la identidad dentro de un ámbito: el matrimonio. Y así ha sido hasta ahora.

   Es decir que, el matrimonio monogámico, lejos de ser una cárcel, era el sueño liberador. Y, hacerse fuerte en él, con su componente de “fidelidad” era, además, un modo de romper el dominio, no sólo biológico, sino de poder mantenido hasta ese momento.

   ¿Y donde entra el amor? Hasta ahora en ningún sitio. EL AMOR ES UNA ILUSION AÑADIDA EN EL PROCESO DE LIBERACION SOCIAL DE LA MUJER QUE LE PERMITE TODAVIA MAYOR IDENTIDAD Y POR ESO LO REIVINDICA COMO ELEMENTO ESENCIAL Y AÑADIDO AL EJERCICIO DE ELECCION, AL EJERCICIO SOCIAL DE LA LIBERTAD.

   Si, ya hemos llegado al quid de la cuestión. El amor es un elemento que permite la igualdad ante una situación social injusta y degradante. No hay que irse muy lejos en la historia para comprobar que esto sucede. Basta ver como en los propios países islámicos la monogamia avanza a medida que la mujer es más poderosa socialmente. Es cada vez más difícil ver, en países mas avanzados y con mayor ósmosis con Occidente (no me refiero a las élites del poder, esas, como siempre, se escapan a la generalidad) pero me vale el ejemplo de Jordania o Túnez, la poligamia indiscriminada. La mujer que estudia y ocupa un puesto profesional empieza a no aceptar la normas-sociales religiosas que empujan a la poligamia.

   Yo creo que este análisis es parte del análisis y nos lleva a una primera conclusión: el amor entendido como reivindicación social no es un atraso históricamente sino un avance. Pero…¿ocurre lo mismo ahora cuando ese avance se convierte en una limitación?

   Los grupos feministas más avanzados y numerosos pretenden desvincular la realización profesional de las relaciones personales. Y en eso estoy con ellas. En lo que no estoy de acuerdo es en otros aspectos que se salen – quizás no en el coloquio – pero si ahora, del modo de ejercer la lucha por la igualdad. Porque la expresión de ese concepto entraña elementos de “luchas de clases” que yo creo superados. Yo creo en el ser humano integral, sea hombre o mujer y si la demonización de lo femenino en otras épocas me ha parecido lamentable, también me parece lamentable la demonización de todo lo masculino.

                                                                               Emilio Porta

























1 comentario:

  1. Gracias, Rafa. Creo que es un buen resumen de lo hablado...faltan cosas, algún tema controvertido, el propio debate...pero estoy encantado porque lo publicado es suficientemente extenso y todos se pueden hacer una idea cabal y completa de lo que sucedió y se habló en esa hora y media larga que, finalmente, con el coloquio, duró el acto.
    Te repito las gracias. Además, como este blog tiene una maravillosa estética - como corresponde al carácter artístico de su creador y conductor - el reportaje queda muy bien. Un fuerte abrazo.

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