JUAN PATRICIO LOMBERA
Reflexiones en horas de trabajo
Cómo me molestan estos clientes desconsiderados, que llegan a sus citas a la hora que les da la gana sin pensar que los demás también tenemos cosas que hacer. Yo, por ejemplo, le prometí a mi hijo que asistiría a su representación navideña en el colegio, donde hace de oveja. Pero si este cabrón se demora, ya estuvo que tendré que llamar a casa y decepcionarlo una vez más. Después vendrán las caras largas de mi esposa, que no entiende que en las circunstancias actuales no se puede rechazar un trabajo de última hora. Y aquí estoy pasando frío en esta azotea, para arreglar unas diminutas goteras indignas de mis servicios. Claro que como están las cosas, no me puedo quejar. Con la dichosa apertura de fronteras, el sector se ha llenado de incompetentes que tiran los precios y hacen cualquier chapucilla.
Por una parte, están los del bloque del este que no se enteran de nada, pese a que siempre te responden con una gran frialdad profesional. Sin embargo, cuando entran en acción, te das cuenta de que lo que han hecho no ha servido de nada y hay que volver a hacer el trabajo. Luego están los sudamericanos, principalmente los colombianos, que manejan los mejores precios del sector, pero hay que ver los sucios que son trabajando. Además resultan insoportables sus fanfarronadas y aires de machos. ¡Vamos! Hacen cada batiburrillo que al final sale peor el remedio que la enfermedad y la filtración se convierte en fuga. Finalmente, quedan los orientales que son un remix de los anteriores vicios. Es difícil comunicarse con ellos y carecen de profesionalismo.
Somos pocos los que quedamos de la vieja escuela. Discretos, pulcros y formales. Y sí, es cierto, cobramos más que la competencia, pero el trabajo final lo vale. Por fin llega mi cliente en su elegante coche. Cuando esté en el edificio de en frente a punto de dar su discurso ante la junta de accionistas, jalaré del gatillo. A este desgraciado lo voy a desfigurar por haberme hecho esperar. Aún así, por fortuna, podré mantener mi palabra con mi hijo y verlo actuar en el aula del colegio.
LOMBERA 2011
Y si no miro a los ojos, no es porque mi conciencia esté o no esté tranquila: evito la mirada porque sé que en la mía hay batalla, que hay fuerza, porque sé que a quien mire le lleno de dolor, que mirarte es un golpe y un reproche, que no puedo mirar en prosa limpia, que miro siempre en verso, en trágico y doliente y excesivo y poseso amor en verso, que miro siempre en golpe, que miro siempre en vuelco.
Y si no te han llegado mis palabras, si no las he enviado, si no he escrito el correo, es porque verso a verso el dolor me lo trago y lo condenso, y antes que estalle en furia y en desdén y en mentiras de esas que solo son ahogo del que escucha, desahogo del viento, antes que hacerte daño de una sinceridad que no es tan fiel, antes que reprocharte lo que es solo mi sueño, mi ver tu realidad, mi concebir desiertos, antes que escribir truenos para que empiece el cielo a copiar mis incendios, prefiero hacer la paz con la palabra agua, hacer la paz y el aire con la palabra verbo, hacer que salga el sol con la palabra vienes, hacer que cese el frío con la palabra quiero.
Pero tengo que hacer un castillo de blancos en que albergar mi reino, tengo que hacer un amplio espacio en el pantano de mi pecho: tengo que desahogar sin jamás escribirte en agua y en candor y en soledad mi infierno.
Hay que amarrarse al viento. Y dar la piel. Y hacer la piel. Y ser la piel. Hay que amasarse al viento.
Hay que dar viento frío y viento fuego. Y darse error y juego. Y darse herida y hielo. Hay que comerse el viento. Hay que saberse viento.
Hay que llorar al viento y en el viento gritar y en el viento fugarse de lo humano. Y hacerse luz del viento. Y estallar en el cielo, y estallar en el blanco, y estallar en el ser. Y estallido a estallido hacerse vida y verbo, y estallido a estallido hacerse amor y sueño, y estallido a estallido quemar con agua viva y sal y estruendo de dolor cada estrofa perdida, cada mujer huida, cada no comprender. Y hacerse fuego.
Y volar como no creemos que podamos, y llorar como no sabemos que lloramos, y nacer como no creemos que se pueda nacer: a grito vivo en alma en el cobarde, a grito vivo en alma en el rechazo, a grito vivo en alma en necedad. A grito vivo el viento dando frío y templanza y curtiendo lo débil y forjando lo llano y saciando el temblor. A grito vivo el alma en este invierno de soledad y amparo y el cielo loco y fijo llevándonos ya claro y decidido a la meta total: dadme viento, nos dice, dadme fuego, dadme a gritos el fuego, os lo cambio por paz.
JUANA VÁZQUEZ
POEMAS
Desnuda de mi ropa interior
te ofrezco el poema de mi cuerpo
sin mediar escritura.
Cúbreme con tus ojos.
Así...
Ya no tendrás que mirar más
al hondón de las palabras para verme.
Pero escucha:
ya no lloverán flores sobre mi vientre
ni mi cuerpo será de arena y playa
ni tomarás el vino oscuro de mis ojos en la noche
................................................
................................................
.................................................
..................................................
Y lo más triste
el tiempo seguirá escribiendo día a día sobre mi piel.
Y no te quedará más remedio
que verme a través de su escritura.
Quiero crear un mundo clandestino
de innombradas palabras.
Y me dirás amor de una forma tan nueva
que estrenaré primicias
cuando tus manos sabias
se estremezcan convulsas
entre la suave tela de mis vestidos blancos.
Y nombrarás mi cuerpo
acariciando con tus dedos de dios
rincones...laberintos
hasta crearlo todo.
Y al son de tus palabras
y el perfil de tus labios
aparecerán lugares y confines
que nunca fueron amados
por hombre alguno
pues son desconocidos
por no existir nombrados
en ningún manual de anatomía.
Me dejé olvidada
en el hueco de tus manos
cuando me dijiste adiós.
Ahora solo tengo un nombre.
Rafa Montesinos, Ana Mª Cuervo de los Santos
Juana Vázquez y José María Ponce
(Poema de Leopoldo María Panero)
Lectura en diagonal.
Así se fundó Carnaby Street
Primer amor
Elegía
Evocación
Strip-tease
Pistas
In Memoriam
Blanco y negro
Far west
Ma mère
Televisor Anglo mejor que la realidad
Tarzán traicionado
París sin el estereoscopio
Teoría
Esplendor de cristal
Licantropi, hiboux, calaveras
El canto del Llanero Solitario
Konoshiro
Condesa Morfina
Llévate la tiniebla guiadora
Linterna china
Los pasos en el callejón sin salida
Mancha azul sobre el papel
La maldad nace de la supresión hipócrita del gozo
La alucinación de una mano o la esperanza póstuma y absurda en la caridad de la noche
Mutación de Bataille
El baccarrá en la noche
El lamento del vampiro
El que no ve
La ruina de los dioses
Bello es el incesto
La llegada del impostor fingiéndose Leopoldo María Panero
El hombre que se creía Leopoldo María Panero
El hombre que mató a Leopoldo María Panero
(The man who shot Leopoldo María Panero)
La flor de la tortura
Los años han roto mi cara
Persiguiendo lo humano
Brillo en la mano
Piedra Negra o del temblar
Asesinato
Suicidio
Lectura
Variante
Vaso
Mutis
Abandono
No se trata de rencor, sino de odio
Teoría del plagio
Hasta que mi alma reviente
Tánger
Peter Punk
La flor que mana
La piel como el mapa
La locura anida
El poema hecho trizas
Restos de comida
La escena sigue sola sin la mancha brillante
Se cantan himnos a la virgen y loas a la cruz
Un golpe de dados no abolirá el azar
Lectura en diagonal
Primer amor
Elegía
Evocación
Strip-tease
Pistas
In Memoriam
Blanco y negro
Far west
Ma mère
Televisor Anglo mejor que la realidad
Tarzán traicionado
París sin el estereoscopio
Teoría
Esplendor de cristal
Licantropi, hiboux, calaveras
El canto del Llanero Solitario
Konoshiro
Condesa Morfina
Llévate la tiniebla guiadora
Linterna china
Los pasos en el callejón sin salida
Mancha azul sobre el papel
La maldad nace de la supresión hipócrita del gozo
La alucinación de una mano o la esperanza póstuma y absurda en la caridad de la noche
Mutación de Bataille
El baccarrá en la noche
El lamento del vampiro
El que no ve
La ruina de los dioses
Bello es el incesto
La llegada del impostor fingiéndose Leopoldo María Panero
El hombre que se creía Leopoldo María Panero
El hombre que mató a Leopoldo María Panero
(The man who shot Leopoldo María Panero)
La flor de la tortura
Los años han roto mi cara
Persiguiendo lo humano
Brillo en la mano
Piedra Negra o del temblar
Asesinato
Suicidio
Lectura
Variante
Vaso
Mutis
Abandono
No se trata de rencor, sino de odio
Teoría del plagio
Hasta que mi alma reviente
Tánger
Peter Punk
La flor que mana
La piel como el mapa
La locura anida
El poema hecho trizas
Restos de comida
La escena sigue sola sin la mancha brillante
Se cantan himnos a la virgen y loas a la cruz
Un golpe de dados no abolirá el azar
Lectura en diagonal
ALICIA NAVARRO MAÑAS
EL OVNI
Lo vi acercarse lento pero seguro. Tenía la forma de una plato hondo
tapado y era de color aguamarina. Giraba a un lado y luego al otro y, a
pesar de esto, una hermosa paloma viajaba en su alto. Abrí las ventanas y
la cosa, paloma incluida, entró y aterrizó en mi salón, encendiéndose y
apagándose, y haciendo una serie de ruiditos entre los que destaco:
tapado y era de color aguamarina. Giraba a un lado y luego al otro y, a
pesar de esto, una hermosa paloma viajaba en su alto. Abrí las ventanas y
la cosa, paloma incluida, entró y aterrizó en mi salón, encendiéndose y
apagándose, y haciendo una serie de ruiditos entre los que destaco:
piiiiiiiiiiii piiiiiiiiiiiii, chiiky chiiiky, burrun burrun, plash plash,
pickle, pickle, pickle, din, don, dun, dan...
pickle, pickle, pickle, din, don, dun, dan...
Antes que nada, puse el ave en un pesebre, no vaya que fuera el alma de
alguien y, mientras, una portezuela en lo alto del artefacto se estaba
abriendo: kriiiiiiiiiiiiick. No os podéis ni imaginar quiénes salieron de
aquella lata: Jaime de Marichalar, Terelu Campos, John Cobra y tres
hombrecillos de color morado con topos amarillos, totalmente cubiertos de
escamas, con manos y pies palmeados y ojos redondos, vivaces y de un verde
intenso. Las cinco criaturas se acomodaron animadamente en el sofá, y yo,
encantada con esa improvisada party mañanera (me estaba aburriendo
mogollón), ofrecí, con mi voz más atiplada:
alguien y, mientras, una portezuela en lo alto del artefacto se estaba
abriendo: kriiiiiiiiiiiiick. No os podéis ni imaginar quiénes salieron de
aquella lata: Jaime de Marichalar, Terelu Campos, John Cobra y tres
hombrecillos de color morado con topos amarillos, totalmente cubiertos de
escamas, con manos y pies palmeados y ojos redondos, vivaces y de un verde
intenso. Las cinco criaturas se acomodaron animadamente en el sofá, y yo,
encantada con esa improvisada party mañanera (me estaba aburriendo
mogollón), ofrecí, con mi voz más atiplada:
-¿Les apetece un té, señoras y caballeros?
John Cobra me miraba fijamente sin decir nada, como había hecho desde su
llegada. Marichalar y Terelu se estaban dando un lote que pa´qué y los
alienígenas replicaron al unísono: klon, klin, klon, klin, klon, klin... A
lo que yo contesté, muy aplicada:
llegada. Marichalar y Terelu se estaban dando un lote que pa´qué y los
alienígenas replicaron al unísono: klon, klin, klon, klin, klon, klin... A
lo que yo contesté, muy aplicada:
-She's a model and she's lookin' good, she goes to parties, that is
understood...
understood...
(- mami, mami, por qué Scooby Doo come tantos “emparejados”?
- porque los necesita para estar fuerte y valiente y resolver todos los
misterios...
- ¿y por qué?...)
- porque los necesita para estar fuerte y valiente y resolver todos los
misterios...
- ¿y por qué?...)
En esto que Cobra toma la palabra:
- Querida Alicia, íbamos mis compañeros y yo, en misión secreta a Tritón,
cuando al sobrevolar Cuatro Caribes recordé de repente que debíamos parar
aquí.
- Pero ¿por qué?
- Porque tienes que venir con nosotros, Alicia, necesitamos otra mujer.
- Pero, Cobra..., quiero decir, John, ¡no puedo ir, me debo a mi
familia!!!! ¡¡¡Tengo marido e hijos!!!
- Querida niña, la familia, la amistad, no son más que pegotes, quiero
decir, apegos de la mente. No somos más que haces de luz sobrevolando un
desastre inminente.
Ommmmmmmmmm…
cuando al sobrevolar Cuatro Caribes recordé de repente que debíamos parar
aquí.
- Pero ¿por qué?
- Porque tienes que venir con nosotros, Alicia, necesitamos otra mujer.
- Pero, Cobra..., quiero decir, John, ¡no puedo ir, me debo a mi
familia!!!! ¡¡¡Tengo marido e hijos!!!
- Querida niña, la familia, la amistad, no son más que pegotes, quiero
decir, apegos de la mente. No somos más que haces de luz sobrevolando un
desastre inminente.
Ommmmmmmmmm…
Su postura era un escorzo, con un brazo señalando a Poniente, el otro a
Levante, una pierna al Norte, la otra al Sur, y los ojos entrecerrados. A
nuestro alrededor, los tritonitas, escamados, se dedicaban a registrar la
estancia a fondo, guardando, en unas grandes bolsas de deporte que habían
encontrado, la plata (tanto el cash como la cubertería y enseres), algunos
libros, algunos CD´s, algunos DVD´s y la alfombra que me regaló mi madre.
Mientras, Terelu y Marichalar emitían ruidos extraños desde el cuarto de
los ordenadores. Aproveché para echar un vistazo general a la casa y al
estado de la situación. La paloma parecía tranquila, pero había puesto un
huevo dorado con pintitas rojas. Los amantes se encontraban en una actitud
extraña, unidos por electrodos a los dos ordenadores, y parecían
comunicarse frenéticamente bien con la casa real o bien con la prestigiosa
revista “Gente”; pero no conseguían dar con el reponsable de la web porque
por lo visto estaba en un taller o algo así.
Levante, una pierna al Norte, la otra al Sur, y los ojos entrecerrados. A
nuestro alrededor, los tritonitas, escamados, se dedicaban a registrar la
estancia a fondo, guardando, en unas grandes bolsas de deporte que habían
encontrado, la plata (tanto el cash como la cubertería y enseres), algunos
libros, algunos CD´s, algunos DVD´s y la alfombra que me regaló mi madre.
Mientras, Terelu y Marichalar emitían ruidos extraños desde el cuarto de
los ordenadores. Aproveché para echar un vistazo general a la casa y al
estado de la situación. La paloma parecía tranquila, pero había puesto un
huevo dorado con pintitas rojas. Los amantes se encontraban en una actitud
extraña, unidos por electrodos a los dos ordenadores, y parecían
comunicarse frenéticamente bien con la casa real o bien con la prestigiosa
revista “Gente”; pero no conseguían dar con el reponsable de la web porque
por lo visto estaba en un taller o algo así.
Había decidido poner orden en todo ese caos cuando, al aproximarme al
platillo volante, vi a mis hijos jugando dentro de él.
platillo volante, vi a mis hijos jugando dentro de él.
Los agarré con fuerza, cerré los ojos y, al abrirlos, todo había
desaparecido; todo... menos la paloma y su huevo y la sesión de ordenador
de los prófugos, que había quedado registrada.
desaparecido; todo... menos la paloma y su huevo y la sesión de ordenador
de los prófugos, que había quedado registrada.
- ¡Somos ricos!, les dije a los pequeños.
Nos asomamos a la ventana y vimos alejarse a la nave girando, con su
bonito color aguamarina tornasolado.
bonito color aguamarina tornasolado.
- ¡Adiós, Cobra, digo, John, digo, y buena suerte!
Y colorín, colorado, este cuento... ¡se ha acabado!
FOTOGRAFÍAS: MAYTE PAÑEDA
denuevo me reitero en mis agradicimiento, por la noche de reyes tan literaria que me regalasteis y sobretodo por este post, que impide que la olvide.
ResponderEliminarUn abrazo.