domingo, 9 de enero de 2011

Sobre La Literaria Noche de Reyes.

   Bien estuvo la lectura de los ocho literatos/as que nos hicieron sentir y pensar en estos tiempos un tanto raritos y de variadas crisis, no solo la económica.

                              ANA Mª CUERVO de los SANTOS
                                       MIGUEL MONTESINOS PAÑEDA
                                            JUAN PATRICIO LOMBERA
                                             ALICIA NAVARRO MAÑAS
                                                  JOSÉ MARÍA PONCE
                                                     JUANA VÁZQUEZ
                                                     SANTIAGO TENA


                                            



  Fue algo especial, íntimo y, a la vez, frecuentado. Pero evito hacer crónica de lo sucedido. Mejor será que, junto a las imágenes, tengamos acceso directo a los textos de estos escritores, de estas escritoras.

                                
    En próxima entrada, os iremos enviando los textos que aquí no os incluimos y que se escucharon en la velada. Nos referimos a los de Juan Vázquez, Juan Patricio Lombera, Alicia Navarro Mañas y Santiago Tena.







Rafa Montesinos presentado la lectura










                                                     PRIMERA ENTREGA
                                             TEXTOS DE

                                                     ANA Mª CUERVO DE LOS SANTOS 

                                                       MIGUEL MONTESINOS PAÑEDA 
 
                                                             LEOPOLDO Mª PANERO
                                                          (por JOSÉ MARÍA PONCE) 

                                                                       BERNA WANG








Ana María Cuervo de los Santos





EL REY

                                                                    I
Contemplando los hermosos jardines de su palacio, el rey preguntó:
—¿Cuánto tiempo existe una piedra?
Y el anciano respondió:
—Tanto como el cielo que sujeta.
II
Escuchando las bellas fuentes de su palacio, el rey preguntó:
—¿Dónde va el sonido?
Y el anciano respondió:
—El sonido no va, viene.

                                                              III
          Acariciando las bellas estatuas de su palacio, el rey preguntó:
          —¿Cuánto vale un deseo?
          Y el anciano respondió:
          —Tanto como un sueño sin tiempo.

                                                                  IV
          Admirando los hermosos pájaros de su palacio, el rey preguntó:
          —¿Cuánto pesa una lágrima?
          Y el anciano respondió:
          —Una lágrima pesa cada uno de los silencios de un hombre.



           
                                   Miguel Montesinos
                                               Pañeda                                                             




                YA  SE  PASARÁ

  Lo admito. Soy un maniático de los olores. Me fascinan los perfumes, el aroma del pan recién hecho, la fragancia del pelo recién lavado. Hace días que noto un olor raro en mi casa, como si algo se estuviese descomponiendo, y me paso las horas buscándolo. Mi madre no parece preocupada. Ella mira hacia otro lado y dice: “Ya se pasará”.

  Lo admito. No soporto a mi padre. Le gusta comer a las dos y media con la radio puesta. Aprovecha para hacer comentarios resabidos y presuntuosos. En la mesa nadie le contesta. Mi madre sirve la comida y calla. Mi hermana come la sopa y calla. Yo pienso que es gilipollas y callo. Le gusta leer libros, ver películas raras e ir a exposiciones de artistas vanguardistas. Pero no lo hace por gusto, ni siquiera por obligación, sólo para saber más que los demás, para hablar sobre algo y sentir que todo el mundo le escucha fascinado. No es más que un mediocre infeliz. Su mujer no le quiere; nosotros, sus hijos, tampoco. Mi hermana Eva ya no trae a sus novios a casa. Mi padre siempre les pide lo mismo: “Dime todo lo que sabes de León Tolstoi”. Si no hablan más de cinco minutos sobre dicho novelista, mi padre decide que son demasiado ignorantes como para salir con Eva. Ese es mi padre: un hombre sordo que habla para sí mismo.

   Hace días que noto un olor raro en mi casa. Me paso las horas buscando su procedencia. Por fin sé lo que es. Es la mediocridad. Mi madre no parece preocupada. Ella mira hacia otro lado y dice “Ya se pasará”.





                                                   José María Ponce



ROSA CÚBICA
o evidencia


Dedicado a José Ángel Valente 


Navidad en que la rosa se enciende,
y nadie es la rosa, como un pájaro.
Y nadie es la roca,
que semeja a un hombre,
y no lo es, como el desierto
cantando contra el hombre, y aullando
contra la vida.
Leopoldo María Panero (Inédito)
                                                 


                                                         
                                                          TANGER

 
   Dicen que soy el moro, el anticristo. En cualquier caso conozco bien Tánger, donde estuve dos años pisando el estiércol: allí me dieron por culo todos -o casi todos- los moritos de Tánger, y me llamaban su princesa.

   Fumaba y vendía haschisch, que comprábamos a un dirham en Tánger y revendíamos a cinco en Essauira, antiguo Mogador. Había por cierto un árabe medio negro que me vendía kol para los ojos como si fuera opio, y harina por cocaína. Yo estaba enamorado de un tal José Sáinz, alias La Lirio, que me daba por culo de la manera más bestial, y me excitaba sólo verle, porque siempre fui sadomasoquista, y tardé años en leerme las 120 jornadas de Sodoma y Gomorra, de Sade, porque a cada página tenía que hacerme una paja. Lo único que no recorrí fue las pasiones asesinas, pero ahora ellas también me excitan: no me extraña que me crea el ser supremo en maldad, como decía Sade. Eso hasta llegar a encontrarme con los guerrilleros de Cristo Rey, que me volvieron loco, porque no había para ellos lugar en mi biblioteca, como no fuera La astrología y los reyes magos.

   En cualquier caso, ahora he vuelto a leer, y como dije en un poema mío "es como una sinfonía la música del acabamiento". En todo caso me acuerdo, antes de devenir cristiano, de lo enorme de una polla de un chulito de Tánger, que me la metía incansablemente, como si fuera una muñeca de goma hinchable.

   Y es que llegó un momento en que yo no estaba aquí: sólo Cristo y el Anticristo, que ni siquiera eran el mal y el bien, sino dos tipos de éxtasis muy confusos. Si ni siquiera se puede ser eso, entonces quién soy yo: pero si existe como condena la psiquiatría, entonces ni siquiera se puede preguntar uno quién es, porque aquí toda anomalía está castigada: sólo queda el cuerpo, como en la autopsia, como si la vida entera fuera una lección de anatomía, con muertos adelante y atrás, como en una larga cola para ir al water, y allí acariciar la tumba: oh perfume, oh dramática historia de un asesino, de un asesino sin nombre.

   En todo caso, he acabado peor que Giacomo Casanova, porque hay aquí unos seres que me escupen, me vigilan y me castigan de la forma más humillante, porque ya soy mayorcito.

   "Una vigilancia constante y humillante", como dice Roy Porter en la historia social de la locura. Y no hay lugar donde esconderse, como no sea la locura, que es todavía peor. Entra humo en mis ojos, y sale por la boca y por la nariz, me acuesto en un banco de piedra, y los locos se pasean a mi alrededor emitiendo gruñidos y gritando: la vida es un cuento, dicho por un idiota, lleno de ruido y de furia.
                                                                           Leopoldo María Panero (Inédito)





                                                           Berna  Wang




                                                  ÁNGEL DICIENDO OBVIEDADES

Vino un ángel y me dijo:
«Estás muriéndote de sueño pero no puedes dormir.»

La noche es fresca: huele a árboles oscuros
(la luna no ha salido aún).

«Hace frío pero, envuelta en la manta,
sientes el calor de tu propio cuerpo
—me dijo el ángel—.
Nada va bien,
pero todo está bien.

Todo está bien.»

**********************

El caballero mató al dragón y rescató a la princesa. Sucio de sudor y sangre, la violó ahí mismo, en la torre. Luego se la llevó a su castillo. Desde entonces ella le prepara la cena, le cose los botones, le lava los calcetines. Piensa a menudo en el dragón.




FOTOGRAFÍAS:  MAYTE  PAÑEDA



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