domingo, 19 de junio de 2011

Del plagio y la imitación, según Ana Mª Cuervo de los Santos, a mi cumple en "Tapas y Fotos" y en "Metolcuatro" en obras


Ana Mª Cuervo
de los Santos

¿Apología del Plagio?
¿El plagio como
opción legítima?

CRÓNICA
de la
Conferencia o
Defensa de la idea.

Ciclo de conferencias
Pan y Circo
comandadas por
Aarón García Peña

Ateneo de Madrid
Salón Úbeda

Calle Prado, 21

Viernes 17 de junio
21 horas

Y

CRÓNICA
de los hechos acaecidos
en
Tapas y Fotos
(Calle del Doctor Piga, 6)

en la celebración de la Cumpleañada
del que esto escribe y suscribe

Y

En METOLCUATRO,
aún en obras






   Reinaba su buen calor en las calles de Madrid. Pero dentro del Salón Úbeda del Ateneo de Madrid el espacio estaba moderadamente refrigerado. Menos mal, pues las ideas en bochorno son de mala y confusa transmisión.

   Cuando llegamos a la alocución conferenciante de Ana Mª Cuervo de los Santos, esta acababa de principiar. Apunté en mi libreta croniconera algunas cuestiones interesantes sobre la candente cuestión del plagio. Aquí las tienen, aunque esto no quita para que en una próxima entrega pueda ofrecerles un extracto de lo que la autora tenga a bien pasarme.



 Ana Mª Cuervo de los Santos


















   Dixit Ana Mª Cuervo de los Santos, según versión anotada en la suya libreta por Rafa Montesinos, o sea yo o mi plagio…

                   Que esa cosa del plagio ya flotaba como idea en la antigüedad, aunque no tal y como lo presenta el concepto actual, nacido en el siglo XIX. Siglo del Romanticismo, el Individualismo, la Revolución Industrial y la Banca del tanto por ciento, el Progreso, la Riqueza de unos pocos y la pobreza de otros muchos.

                   Que en la antigüedad grecolatina se referían a la imitación como acción conveniente.

                     Que para el bueno de Aristóteles era la imitación algo bueno, tanto por cuestión de aprendizaje como de disfrute. También el buen amigo de César Augusto, el reputado poeta Horacio, recomienda encarecidamente imitar y seguir la tradición.

                   Que hay que ir a la etimología de “plagio”, pues en el mundo romano, de economía esclavista, la palabrita en cuestión (plagium)  significaba “apropiación de esclavos ajenos”, y que fue sólo a finales del siglo XIX cuando pasó a connotar “apropiación de conceptos ajenos”. O sea, plagiar=robar.

                   Que Ana Mª Cuervo de los Santos fue dejando claro los conceptos de tradición, imitación y plagio, viniendo a decir que sin tradición-imitación la transmisión social y cultura hubiera sido imposible. Además, añadió, los humanos desde nuestra más tierna infancia aprendemos por imitación y no por ciencia-ficción infusa-difusa.

                   Que cita diferentes ejemplos literarios de imitaciones transformadas. Homero, ¿Homeros? y las dudas sobre su paternidad en La Iliada y La Odisea, ya que hay un grupo de greco-filólogos, los separatistas, que defienden la variedad de autores épicos para estas dos obras. Y –esto lo añado yo- a saber si Homero existió o era un avatar antiguón. Con los poemas épicos medievales –esto lo dijo Ana María- también sucede lo mismo.

                   Que hay que esperar a Gonzalo de Berceo o al Infante don Juan Manuel para encontrar ejemplos de autores no anónimos en nuestra literatura. Pero que estos se pusieron morados a “imitar” en sus obras diferentes elementos del folclore hindú, persa, árabe y europeo.

                    Que lo mismo se puede decir del Arcipreste de Hita y su Libro de Buen Amor o del Lazarillo de Tormes. Y con todo esto, a nadie se le ocurre en la actualidad hablar de plagio. Vamos, ¿qué hizo Fernando de Rojas?, pues coger el primer acto de La Celestina (¿de quién o quiénes?) y continuar imitativamente hasta completar una obra estupenda.

                   Que, en conclusión, nuestro concepto de plagio es relativamente moderno y que, a diferencia de los/las antiguos/as, somos incapaces, por nuestro individualista concepto de la propiedad,  de distinguir imitación y tradición de plagio.

                   Y que si nos ponemos en plan rigorista con el libro de los libros; es decir, La Biblia, ¿no se construyó esta obra a base de plagiar textos mesopotámicos, egipcios, etc.?
















   En un momento del debate, se creó cierta polémica sobre el mío y el tuyo, que Ana María supo resolver con dulzor e inteligencia, haciendo hincapié en que una cosa es imitar y seguir la tradición, y otra, muy distinta, plagiar, intertextualizar, copiar, pegar y llamarse Lucía Echevarría o Ana Rosa Quintana. Y como remate apuntó: quien no tenga influencias y convenientes imitaciones que, venga, tire la primera piedra. Que la originalidad extremada no deja de ser un acto de suprema egolatría. Un servidor, al hilo imitativo de ello, añadió que sí, pura egolatría que sólo esconde el proverbial miedo a la muerte…






Aarón García Peña
padre-madre de
Pan y Circo













    De las tres personas que evaluaron (¿juzgaron?) la defensa de la idea de Ana María (¿Apología del Plagio? ¿El plagio como opción legítima?), dos fueron muy favorables y una mitad y mitad. Total, bien y, como reclamaba Juan Vázquez, asistente a la conferencia, “al bar, al bar”. Allí nos fuimos unos cuantos y recalamos en La Platería.






















   A continuación, ya que cumplía años, invité a una nutrida concurrencia a tomar unas cervezas y a degustar unos gambas, langostinos y embutidos ibéricos en Tapas y Fotos (c/ Doctor Piga, 6. Lavapiés), bar súper-cultural-de verdad, que regenta con arte y paciencia mi buen amigo y fotógrafo de pro Miguel Pérez Pardo.

   He de decir que si alguno/a se considera fotógrafo y no conoce o frecuenta Tapas y Fotos,… pues muy mal, se queda sin enterarse de lo que vale un peine, una cámara, una instantánea, un objetivo o un conveniente punto de vista.

   ¡Fotógrafos/as de Madrid o transeúntes: Entrad en Tapas y Fotos, pedid una caña o vino, hablad con Miguel Pérez Pardo, enseñadle vuestras fotos y a buen seguro que os preparará una proyección de ellas, si algo bueno muestran!





 Miguel Pérez Pardo hablando
con su colaboradora en barra






   Volviendo al mío cumpleaños, he de confesar que me horroriza que me cante, ante una tarta con velas infantiles, el manido “Cumpleaños feliz”. Uno ya está muy crecidito para niñerías y globitos. Así que lo mejor: cervezas, copas, gambas, langostinos y embutidos ibéricos. Si embargo, no pude librarme de los tirones de orejas, tantos como años cumplidos, por parte de Aarón García Peña. Aún me duelen las orejas, debido al brío que le puso al asunto Aarón y a que mis años son muchos.

   Miguel Pérez Pardo amenizó la velada con unas proyecciones. Y así, nos dimos al bebercio y a la ingesta del alimento salado. Pero me faltaba unos amigos: Akhesa, Ponce y alguno/a de la trupé bedeseémica. Se hacían esperar. Por un momento llegué a dudar de que llegaran incluso a chupar unas cabezas de gambas. Pero aunque tarde, llegaron… Un ratito después, se mostró en pequeño e insidioso cuerpo mortal un ser avispilla y mujer llamado Sin Fin Indira, que –como muestran las fotos- amenizó la velada con su moverse y hablar sin fin.























































    Y para remate de mi onomástica, nos fuimos a los locales, en obras aún, de METOLCUATRO. Gracias a Diego, obtuvimos mínima luz. Nos instalamos rústicamente y nos pusimos bien de blanquecino polvo de cemento y yeso. Bebimos copichuelas y hablamos dale que te dale hasta altas horas de la noche.

   Allí, nos plagiamos a nosotros mismos, nos repetimos en breves instantes de felicidad y, a hora conveniente, antes de que llegara la claridad de la amanecida, cada mochuelo/a se fue a su respectivo habitáculo. No estuvo mal la jornada.







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