lunes, 17 de septiembre de 2012

Flappers y Filósofos. Bellezas en el Ático. "Los Conjurados", colección de poesía.







FLAPPERS   Y   FILÓSOFOS
(Celebración de la Conjura)

BELLEZAS  EN  EL ÁTICO

Los  Conjurados
Colección  de  poesía


Viernes, 21 de septiembre – 20 horas
ÁTICO  TERRAZA
C/ Princesa, 24, 6º izquierda
MADRID
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O R G A N I Z A N

PROMODELIA
Comunicación,
imagen  y  moda

LOS  CONJURADOS
Colección de poesía
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Fotografía
Mario Testino






INTERVENDRÁN: Isabel Bono, José Ignacio Serra, Beatriz Russo, María Antonia Ortega, Miguel Losada, Ana Rossetti, Rafael-José Díaz, Beatriz Hernanz, Javier Lostalé, Jesús Javier Lázaro, Miguel Montesinos Pañeda, Almudena Urbina, Fermín Higuera, José Cereijo, Juan Antonio Marín, Fernando G. Tzalek, Jesús Urceloy, Roberto Loya  y  Alberto Escarpa.

MAESTRO  DE  CEREMONIAS: Ángel Rodríguez Abad






    Juan José Martín Ramos es un auténtico milagro lírico-editorial. Y cual personaje de cuento bueno, ha logrado reunir en su colección de poesía Los Conjurados una selección de poetas, y otros practicantes de lo lírico, de una calidad y novedad inigualables.

   Por ello, si el lector curioso desea saber sobre poesía española actual, que consulte el catálogo de Los Conjurados… y no perderse esta fiesta del viernes 21 de septiembre: Bellezas en el Ático.

Para mayor información






Fotografía
József Pécsi






ESCAPARATE

    El mundo lo ves a través de un cristal lleno de gotas de lluvia. La gente que pasa por la calle te mira con curiosidad, con asco, con indiferencia. Algunos apoyan el aliento en el cristal, otros las manos peladas por el frío, por el hambre, por el tiempo. Tú, con la mirada fija en la parada de autobús, sueñas con escapar de esta cárcel sin rejas. Vistes con blusas que jamás desearías tener, con pantalones que nunca podrás comprar.

   Por las noches, cuando las luces de la tienda se apagan, abandonas tu quietud y por fin puedes descansar. Dejas el escaparate y te tumbas en el sillón más cercano. Sueñas con poder comer,  hablar, llorar. Pero no tienes hambre para comer pan, ni lengua para hablar, ni lágrimas que derramar. Sientes que tu cuerpo, de dimensiones perfectas, es inútil porque jamás nadie lo tocará, lo deseará. Cuando las luces de la tienda se vuelven a encender, regresas a la quietud del escaparate.

  Un día la tienda cerró por la crisis y te abandonaron en un escaparate sin espectadores. Ya no podías ver las manos de la gente, la parada de autobús, las gotas de lluvia. Finalmente, las luces se apagaron y tú conseguiste la libertad.

   Al salir de la tienda, besaste a chicos guapos, viajaste en avión, lloraste por amor. Fuiste a restaurantes caros, a habitaciones por horas, a peluquerías con peines de platino. Sentiste las manos sobre tu piel, el aliento sobre tu cara, la lluvia sobre tus ojos. Sin embargo, seguías mirando las paradas de autobuses. Las miradas de la gente seguían siendo de curiosidad, de asco, de indiferencia.

   Empezaste a trabajar de dependienta en una tienda. Un día al cerrar, te quedaste mirando a los maniquíes del escaparate. Añorabas sus miradas verdes, sus poses de indiferencia. Los días  mirando al vacío, las noches soñando con tener hambre.

   Con decisión, cogiste el mejor vestido de la tienda, apagaste la luz y te volviste a convertir en uno de ellos.


                                    Miguel Montesinos Pañeda








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