Fotógrafos
de Ahora
Jerome
Abramovicht
o
La expresión de la carne y el plástico
Algunas de las fotos del canadiense Jerome Abramovicht estuvieron con
nosotros en Metolcuatro durante la sesión de Breve-Mente :
Sin embargo, su serie Mannequin, y también algo de su vida y fotos, merecen un
comentario y sus correspondientes imágenes.
Jerome
Abramovicht, que tiene treinta y seis años pero que lleva catorce dándole a la
foto, rinde culto a las modificaciones corporales, no sólo en lo referido a la
imagen fotográfica sino a él mismo. Quiero decir que para ir del dicho al hecho
se cortó, “por curiosidad”, una falange del dedo meñique, y se insertó un clavo
para atornillarse diversos artilugios. Y con el trozo de falange, se hizo un
bonito colgante. Esta experimentación del propio cuerpo, le ha llevado a
tatuarse, a incrustarse piercings e incluso a inyectarse soluciones de sal
marina en la piel.
Igualmente, en homenaje a las culturas primitivas, que rinden religioso
culto a las modificaciones corporales, se prestó como modelo para publicaciones
que tratan gráficamente esta cuestión o rito.
Antes
de que su inquietante obra fuera conocida, Jerome Abramovicht trabajo, de 1997
a 2004, como chico de mensajes, pero no en moto, sin en bicicleta, lo que a
buen seguro le ofreció una información visualmente urbana de lo más
compendiosa.
Adquirido
el oportuno reconocimiento, ha podido dedicarse y vivir buenamente de la
fotografía personal y, estómago obliga, también de la comercial. Y ha expuesto,
con resonancia internacional, en Canadá y Japón. Ahora viaja, en plan
explorador-documentador, por todo el mundo para captar todas las modificaciones
que su cámara, los programas digitales de rigor, y su especial imaginación le
demandan.
Las
diferentes series de Mannequin ilustran perfectamente, de un
modo muy depurado, los que nos propone Jerome Abramovicht, que no es otra cosa
que convertir al cuerpo humano en carne y cosa a la vez, en un Frankenstein de
este mundo global, muy blanco y sin costuras ni sangre. Humanos-maniquíes que
preludian una nueva era, en que la carne tendrá que compartir el cuerpo con
inserciones de tecnología avanzada. Humanos-maniquíes amputados, que conviven
con su realidad del modo más normal, pero con novísimos significados.
Jerome Abramovicht nos hace ver nuestro futuro, que ya es presente.
Somos carne y plástico. Todo ello a través de una fotografía en blanco y negro
muy trabajada, en la que resalta la piel blanquísima, el contraste brutal. Una
fotografía de ángeles en un infierno blanco, como desechos blancos de un
hospital blanco-blanquísimo donde prevalece la amputación aséptica.
Indudablemente Abramovicht es un excéntrico, pero también un visionario.
Lo suyo no es una estúpida manipulación digital, sino la plasmación de una
realidad que muchos se niegan a ver. Una mezcla perfecta entre carne y
plástico, un canto a la Humanidad Frankenstein a la que nos dirigimos
alegremente, una descripción de residuos humanoides que nos espera a la vuelta
de la esquina del tiempo.
Y si queréis saber más, visitar su web. Merece la pena, queridos humanos
y cybors.
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