domingo, 24 de marzo de 2013

Fotógrafos de Ahora. Jerome Abramovicht o La expresión de la carne y el plástico.







Fotógrafos de Ahora

Jerome  Abramovicht
o
La expresión de la carne y el plástico




   Algunas de las fotos del canadiense Jerome Abramovicht estuvieron con nosotros en Metolcuatro durante la sesión de Breve-Mente :

   Sin embargo, su serie Mannequin, y también algo de su vida y fotos, merecen un comentario y sus correspondientes imágenes.



















 Jerome Abramovicht, que tiene treinta y seis años pero que lleva catorce dándole a la foto, rinde culto a las modificaciones corporales, no sólo en lo referido a la imagen fotográfica sino a él mismo. Quiero decir que para ir del dicho al hecho se cortó, “por curiosidad”, una falange del dedo meñique, y se insertó un clavo para atornillarse diversos artilugios. Y con el trozo de falange, se hizo un bonito colgante. Esta experimentación del propio cuerpo, le ha llevado a tatuarse, a incrustarse piercings e incluso a inyectarse soluciones de sal marina en la piel.

    Igualmente, en homenaje a las culturas primitivas, que rinden religioso culto a las modificaciones corporales, se prestó como modelo para publicaciones que tratan gráficamente esta cuestión o rito.



























   Antes de que su inquietante obra fuera conocida, Jerome Abramovicht trabajo, de 1997 a 2004, como chico de mensajes, pero no en moto, sin en bicicleta, lo que a buen seguro le ofreció una información visualmente urbana de lo más compendiosa.

   Adquirido el oportuno reconocimiento, ha podido dedicarse y vivir buenamente de la fotografía personal y, estómago obliga, también de la comercial. Y ha expuesto, con resonancia internacional, en Canadá y Japón. Ahora viaja, en plan explorador-documentador, por todo el mundo para captar todas las modificaciones que su cámara, los programas digitales de rigor, y su especial imaginación le demandan.
























   Las diferentes series de  Mannequin ilustran perfectamente, de un modo muy depurado, los que nos propone Jerome Abramovicht, que no es otra cosa que convertir al cuerpo humano en carne y cosa a la vez, en un Frankenstein de este mundo global, muy blanco y sin costuras ni sangre. Humanos-maniquíes que preludian una nueva era, en que la carne tendrá que compartir el cuerpo con inserciones de tecnología avanzada. Humanos-maniquíes amputados, que conviven con su realidad del modo más normal, pero con novísimos significados.

   Jerome Abramovicht nos hace ver nuestro futuro, que ya es presente. Somos carne y plástico. Todo ello a través de una fotografía en blanco y negro muy trabajada, en la que resalta la piel blanquísima, el contraste brutal. Una fotografía de ángeles en un infierno blanco, como desechos blancos de un hospital blanco-blanquísimo donde prevalece la amputación aséptica.































   Indudablemente Abramovicht es un excéntrico, pero también un visionario. Lo suyo no es una estúpida manipulación digital, sino la plasmación de una realidad que muchos se niegan a ver. Una mezcla perfecta entre carne y plástico, un canto a la Humanidad Frankenstein a la que nos dirigimos alegremente, una descripción de residuos humanoides que nos espera a la vuelta de la esquina del tiempo.


     Y si queréis saber más, visitar su web. Merece la pena, queridos humanos y cybors.














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