lunes, 26 de noviembre de 2012

Prosas rabiosas: "El hombre que tenía que escribir mas"








Prosas rabiosas
EL HOMBRE QUE TENÍA QUE
ESCRIBIR  MÁS


   Aquel ser humano, hombre por más señas, era animal casi racional al que en un tiempo, que se le antojaba lejano, le encantó leer y escribir.

   Ahora las cosas habían cambiado, pues ya la gente no mataba tantos árboles para hacer papel de lectura. Casi todo iba por pantalla. La vida transcurría electrónicamente y era un deber ineludible tirar de electricidad para recargar todo tipo de baterías, para reactualizar las numerosas máquinas, para reactualizarse él mismo ante la cambiante moda.

   Casi todo iba por pantalla, pero los árboles seguían asesinándose para que millones de animal superiores se limpiaran, con el alma de los árboles o celulosa, las narices tras las mucosidad, el ano tras la cagada o la chirla tras la meada.

















    No quiero decir que ese hombre fuera un anticuado. Qué va. Tenía un blog en el que publicaba sus ocurrencias, que no eran muchas. Al principio, escribió bastante, pero al cabo de año y pico se fue desinflando. Un día leyó en un artículo de prensa que esto era muy corriente, que incluso era normal que el número de blogs abandonados supusiera hasta un cuarenta por ciento de los que circulaban por la Red. ¡Qué horror!  Ya se veía nuestro hombre asistiendo al sepelio de su blog. Se sentía como ese padre de folletín que abandona a su hijo en las escaleras de un portal. Un repugnante ser inhumano que deposita su tierna creación en un contenedor de inmundicias. Un parricida.

   Hasta que un día recibió un comentario. ¡Sí, un comentario! ¡Por fin, un comentario! Un comentario que venía a decir que le había gustado mucho la entrada del mes pasado, que ella (porque era ella y no Vicente o José Luis, sino Candelaria) siempre esperaba con ganas-ganitas leer lo que escribía y las fotos que publicaba, que para ella “era muy reconfortante visitar su blog y me gustaría que publicaras más entradas”. En resumen, que no se tirara, semanas y meses, mudito.

   Carajo, por fin alguien le hacía caso y, lo más importante, se lo decía. Y se puso a publicar como un loco. Pero la tal Candelaria, que no Vicente ni José Luis, no volvió a escribir.

















  Pasaron los meses, y nuestro hombre se volvió a desinflar. Hasta que una tarde, en una reunión de blogueros, escritores y poetas al uso, se dio de bruces con una mujer, la cual no estaba nada mal, acompañada de otra mujer, la cual también de buen ver. Y Candelaria le dijo: “Me llamo Candelaria y a mi amiga y a mí nos gustaría leer más cosas tuyas en el blog. Anda, no seas vago”.

   Desde aquella tarde, este hombre no para de escribir las iluminaciones o chorradas que deambulan por su cerebro. Pobre bloguero, está preso de dos fans que no dejan de acuciarle con escribe, escribe, escribe más. Se ve encarcelado en una enciclopedia por la que deambula buscando temas, anécdotas, historias reales o imbéciles. Por un lado se siente agradecido a Candelaria y a su amiga, pero por otro se presiente como vaca estabulada que suelta tinta por las ubres.

   A veces, se asoma a la ventana del estudio en donde tiene el ordenador y un dolor de espalda creciente por tanto escribe-escribe y añora aquel tiempo feliz en el que escribir poco daba lo mismo, en el que el mundo era posible, inmenso y tranquilo, aunque Cervantes hubiera escrito mil Quijotes, aunque Borges hubiera publicado unos cuentos maravillosos y extraños, aunque Neruda hubiera cantado al amor apasionado a mil hormonas por hora, aunque Dios hubiera escrito a golpe de desgracia la Biblia. Porque en el fondo, da lo mismo. Lo único que desea ahora es abandonar el blog en cualquier portal de Internet e irse al rincón más escondido de la ciudad a saborear la carne de Candelaria y su amiga. A ser posible, las dos a la vez.

                                                    Rafa  Montesinos
















3 comentarios:

  1. Candelaria y su amiga perderán la sinrazón si sigues escribiendo y buscando rincones en la ciudad.

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    1. El destino manda. Qué se le va a hacer si la realidad material y la realidad ficticia se entremezclan. Y la sinrazón nos lleva y nos trae por donde le sale de las narices del alma. Próxima Prosa Rabiosa: "Los vampiros no existen".

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    2. Chuparemos y morderemos cuellos vespertinos y nocturnos hasta tu próxima Prosa Rabiosa.

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